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Más obras Literarias de Daniel Galatro

Caso Tacuarembó: A la caza de un OVNI - por Daniel Galatro


Achar, Tacuarembó, Uruguay. Fines de 1977.

Según varios participantes en el suceso que dieron fe de que realmente ocurrió, una tranquila noche en la que casi todos los habitantes del pequeño pueblo estaban entregados al sueño reparador, uno de ellos que actuaba como vigilador del cielo nocturno alcanzó a divisar algo que lo puso en alerta máxima.


Caso Tacuarembó: Una aventura erótica - por Daniel Galatro



Hola, amigos y amigas.

Continuando con mis relatos no muy convencionales basados en revelaciones que nos transmitieron nuestros informantes acharenses (Achar, Tacuarembó, Uruguay, fines de 1977), hoy les traigo una "joyita" sucedida allí o no, en tiempos de visitas de los supuestos o reales ETs.

En una de las reuniones que mantuvimos en el boliche del pueblo, uno de nuestros nuevos amigos se descolgó con una historia que requirió un pedido de autorización previa a sus coterráneos. Luego de algunos cabildeos, ese permiso llegó y nos enteramos de un caso muy especial.


Caso Tacuarembó: Mozo, jinetazo,ahijuna - por Daniel Galatro


¡Hola, amigos!

Estaba, y sigo, recordando anécdotas de nuestra visita investigativa a Achar allá por fines de 1977. Por el asunto de los OVNIs,

Y les anticipé que, además de lo mucho publicado en estos 37 años transcurridos, un enjambre de relatos informales nos rodeó en esos días de andares y encuentros con la sencilla pero muy informada gente del pueblo.

En algún momento, uno de nuestros anfitriones, seguramente durante una mateada rioplatense (los uruguayos cada uno con su mate y bombilla - porque no comparten - y nosotros tres con sólo un mate y una bombilla - porque sí compartimos -, ) nos miró primero como dudando y después se decidió a revelar otro "secretito".

-Y un día, ¿se acuerdan?, uno del pueblo pasó con el caballo a través de una de esas bolas luminosas... Por una apuesta, dicen.

Había sido que en una de esas noches la esfera luminosa, que solía aterrizar achicándose hasta quizá un centímetro de diámetro, por algún motivo detuvo su decrecimiento y quedó posada en el pasto manteniendo un tamaño importante, algo así como de un metro o algo más. Y cerca de unos gauchos de a caballo que andaban cerca, detrás de unos arbustos.

No sé cuánto tiempo estuvo allí pero fue el suficiente como para que los jinetes la observaran entre curiosos y asustados, sin demostrar demasiado ninguno de esos sentimientos impropios de un gaucho oriental que se precie.

Uno de ellos, famoso en la zona por algunas "locuras" que lo caracterizaban, fue el primero que dijo que eso no lo asustaba, aunque parecía "cosa'e Mandinga". Y que hasta se animaba a pasar con su caballo a través de la esfera luminosa. "Pero no lo voy a hacer gratis, por supuesto." - aclaró.

Sus acompañantes no se atrevían a tanto, pero estaban interesados en ver si el "loquito" lo hacía, y qué pasaba después. Pusieron unos pocos pesos cada uno que al muchacho le parecieron suficientes.

Retrocedió unos metros para colocarse en línea con la esfera mientras los otros quedaban semiocultos por los arbustos. Animó a su caballo para que avanzara hacia la luz pero el animal, luego de iniciar un trotecito, se frenó a un par de metros de esa "cosa" y, por más que el jinete lo espoleó entre insultos, quedó inmovilizado.

Los compañeros del "loquito" comenzaron a burlarse un poco y a declarar que había perdido la apuesta, pero el joven les hizo un gesto con la mano para que esperaran y se quitó el pañuelo que llevaba anudado al cuello.

Tranquilizando al caballo con unas palabras sumadas a unas caricias, le colocó esa tela alrededor de la cabeza para cubrirle los ojos. Al dejar de ver la luz, el animal se aflojó y aceptó moverse, primero un par de metros hacia atrás y luego, animado por el jinete, hacia la esfera que ya no podía ver.

Lentamente se fue acercando y sin recelo alguno atravesó la luz hasta que ésta quedó detrás de la pareja. El jinete lo condujo luego hasta donde se encontraban sus amigos, le quitó la venda y estiró la mano para cobrar la apuesta. Nada les había ocurrido al cruzar de un lado al otro esa "cosa" misteriosa.

De pronto, la luz se activó y comenzó a agrandarse y elevarse hasta que se perdió en el cielo nocturno, como ocurría casi a diario por esos tiempos con las esferas.

Cuando el relator de la historia la dio por terminada, nuestra primera respuesta fue pedirle que nos pusiera en contacto con el protagonista y los testigos de la historia, pero nos respondió que no era gente de Achar sino de otro pueblo, que habían transcurrido varias semanas desde el hecho, y otras excusas. Y aseguró que, salvo el "loquito", eran personas creíbles y sus dichos podían tomarse como "palabra santa". Cerró la cuestión diciendo que era un caso más de los muchos que habían sucedido por esos días y que nos iban a llevar a varios lugares que nos interesarían.

Les puedo asegurar que era realmente así, de modo que ustedes tengan yerba a mano porque en cualquier momento me llego con otro de estos relatos. El viaje a Tacuarembó nos cambió la vida. Y quizá también estas historias los entretengan y, en algunos casos, les den una visión más amplia y variada acerca de los OVNIs.

Hasta la próxima,
Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
Esquel - Chubut - Argentina
Octubre 28 de 2014.

Caso Tacuarembó: Paseo escolar - por Daniel Galatro


1977. Pueblo Achar, Tacuarembó, Uruguay.

Como ya seguramente saben, Luis Burgos, Omar Becerro y yo habíamos llegado a ese lugar situado casi en el centro del país vecino al nuestro para comenzar la investigación del "caso OVNI perfecto". Y ya se ha publicado y visto por TV mucho acerca del asunto.

Ver, por ejemplo, http://www.fabiozerpa.com.ar/ElQuintoHombre/art_2004/abril04/Ovni_37.html

Pero mientras recorríamos el lugar y entrevistábamos a cientos de testigos, detrás de la escena podíamos enterarnos de anécdotas que luego se fueron perdiendo, sepultadas por sucesos más creíbles y relevantes para nosotros.

Casi cuarenta años después me decidí a desempolvar algunas de ellas que me resisto a ayudar a que no tengan el mayor o menor lugar que se merecen.

Entre septiembre y noviembre de 1977, si no equivoco los tiempos, los pocos pero muy especiales habitantes de Achar vivieron experiencias más que interesantes relacionadas con esas luces que todas o casi todas las noches descendían en cercanías del pueblo o circulaban a través de él. Y voy a intentar extraer de mi memoria lo que allí haya quedado de sus relatos.

En las horas en que nuestra presencia era noticia en el lugar, y luego de vencer la desconfianza inicial que provocábamos y cuyas razones quizá explique en otra nota, algunos vecinos se nos acercaban para agregar informaciones sobre algún hecho en el que habían participado.

Por ejemplo, uno de los investigadores acharenses más confiable era el veterinario del pueblo, a quien recuerdo como alto, algo gordito y con muy poco cabello. En una charla informal me hizo saber de un suceso que había causado revuelo en su momento.

Parece ser que una maestra de primaria había decidido llevar a sus alumnos a dar un paseo por los alrededores del poblado. El grupo hizo unos dos kilómetros en línea casi recta hasta llegar a unas elevaciones más o menos significativas (lo que en Uruguay y en nuestra provincia de Entre Ríos se conoce como "cuchillas") y pasó del otro lado de las mismas para seguir su camino.

Pero en ese lugar oculto a la vista del pueblo, se llevaron el susto más grande de sus vidas. Había una pequeña nave espacial con forma de disco de unos 15 metros de diámetro y, junto a ella, un par de individuos altos, quizá de unos dos metros, cubiertos por una especie de buzo metalizado gris que incluía un casco.

La maestra y sus alumnos retrocedieron temerosos y retornaron al punto de la cuchilla desde el que habían iniciado su último tramo de camino. Ya no veían la nave ni los tripulantes pero los extraños tampoco podían verlos a ellos.

La muchacha trató de calmar a los niños que estaban aterrorizados, llorando, gimiendo e intentando salir corriendo hacia el pueblo. Cuando se tranquilizaron un poco, les dijo que iban a volver a la escuela todos juntos, caminando lentamente. Y les pidió que mantuvieran en secreto lo sucedido porque de todos modos nadie les iba a creer. Además la gente podía pensar que la maestra estaba loca y la echarían de su trabajo.

Parece que las recomendaciones resultaron muy efectivas porque durante algunos días no comentaron nada ni siquiera a sus padres y hermanos. Pero varios comenzaron a tener pesadillas y cambiaron su carácter habitual. Uno de los niños manifestaba una angustia casi permanente que hizo que su madre, muy preocupada, lo presionara a relatarle con lujo de detalles lo que había ocurrido en el paseo de días anteriores.

Luego esa mujer habló con las madres de los otros niños quienes, al ver que ya el tema no era un secreto, confirmaron la historia. Pero, de todos modos, la gente del pueblo no quiso que el asunto tomara estado público fuera de Achar y, salvo el veterinario que me lo relató porque le inspiré confianza, nadie habló con extraños sobre el suceso. Y yo he mantenido también silencio durante 37 años.

Ahora, ustedes también se han enterado y puedan llegarse hasta Achar y encontrar alguno de los pequeños alumnos que ya son hombres y mujeres cuarentones que quizá les confirmen la historia o tal vez les digan que fue solamente un rumor y que en realidad nunca ocurrió

Daniel Aníbal Galatro
danielgalatro@gmail.com
Esquel - Chubut - Argentina
Octubre 26 de 2014

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**Visita: http://danielanibalgalatroescritor.blogspot.com http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/

OVNIs sobre Ensenada - por Daniel Galatro



Esta historia es verídica y fui uno de los protagonistas. Ocurrió en Ensenada, provincia de Buenos Aires, estimo que a finales de la década del 70, en tiempos del Mundial de fútbol.

Todavía no habían tenido lugar experiencias tan significativas para mí como el "caso Tacuarembó" pero seguramente ya estaba participando del nacimiento de GEIDOVNI-CIVE, el grupo estudiantil ensenadense que incluía a Luis Burgos, Oscar Vallejos, las hermanas Rodríguez y algunos otros chicos. Mi función allí era, por razones de edad y un cierto prestigio entre mis vecinos, poner el toque presumiblemente "adulto" al tema.

Esto hizo que una noche, ya pasadas las 24.00 hs., un puñado de personas golpeara la puerta de mi casa en forma insistente. Sorprendido por la hora en que me hacían levantar de la cama, me vestí y salí a abrirles. En la oscuridad de la noche y con calles mucho menos iluminadas que lo que hoy se ven, unas caras que no reconocí me miraban demostrando preocupación.

Luego de disculparse sinceramente por su aparentemente inoportuna presencia, me pidieron que observara algo que podía verse justamente encima de nosotros. En un cielo que me pareció más negro que otras noches se destacaba una pequeña esfera color rojo metalizado que debía estar a mucha altura. Emitía una luz que permitía distinguirla claramente pese a su reducido tamaño. La imagen que he usado para ilustrar esta nota tiene un parecido sorprendente a la real que recuerdo.

Como la cercana destilería de YPF tenía chimeneas que generalmente estaban encendidas e iluminaban partes del cielo al reflejar su luz contra las nubes que pasaban por encima de ellas, los vecinos querían saber si lo que estábamos viendo era alguno de esos reflejos, ya en otras oportunidades confundidos con supuestos OVNIs.

Les expliqué que ningún resplandor proveniente de la citada destilería podría producir un reflejo justamente encima nuestro y, saliendo a la vereda, les pude mostrar dónde estaban esas chimeneas y dónde sus reflejos, para que los descartaran en este caso. La esfera roja se veía sobre nuestras cabezas, formando un ángulo recto con el plano de la calle.

Pero, como si los hechos quisieran corroborar la conclusión de mi análisis, ocurrió algo más espectacular.

Todos estábamos mirando al cielo para no perder detalle del objeto que atraía nuestra atención cuando del interior de la esfera roja surgieron dos muy semejantes, aunque más pequeñas. Brotaron moviéndose, una tomando la dirección hacia la ciudad de La Plata y la otra la opuesta rumbo al río.

No tenían luz propia, por lo que a medida que se alejaban de la posible "nave madre" iban sumergiéndose en la oscuridad de la noche.

Transcurridos los cuatro o cinco segundos que duró este "despegue", los espectadores comenzamos a hablar casi al mismo tiempo para convencernos de que todos lo habíamos visto, lo que era así. Y continuábamos con la vista fija en la esfera luminosa que permanecía en su sitio.

Unos minutos después, quizá casi un cuarto de hora, y para aumentar nuestra sorpresa, si eso era posible, de la oscuridad que rodeaba la roja "cosa" quieta sobre nosotros surgieron ambas pequeñas que retornaban velozmente, aumentando su brillo a medida que se aproximaban. Y sin perder velocidad se introdujeron en la mayor.

Unos segundos después, la esfera mayor roja pareció perder algo de brillo y partió velozmente con rumbo al sudeste, según creo haber tomado nota luego.

Nos quedamos conversando agitadamente una media hora y luego los vecinos retornaron a sus hogares pensando seguramente en cómo iban a relatar lo sucedido porque ninguno podría explicarlo realmente. Yo estaba en la misma situación.

Las imágenes quedaron en mi memoria hasta hoy. Y es posible que alguno de los espectadores más jóvenes también recordará la noche de las esferas luminosas que brillaron en el cielo ensenadense.

Daniel Aníbal Galatro
Octubre 25 de 2014
Esquel - Chubut - Argentina
danielgalatro@gmail.com

**Visita: http://danielanibalgalatroescritor.blogspot.com http://elportaldeolgaydaniel.blogspot.com.ar/

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