Caminé unos cinco minutos hacia el sur hasta llegar a las
inmediaciones de una entrada al subterráneo. Cerca del lugar en el que
convergen Brompton Road y Fulham Road encontré un bar y cafetería que me
pareció adecuado para beber algo caliente y probar algún postre londinense.
Para mi sorpresa ostentaba en su frente un nombre francés pero, pese a
especializarse en manjares de origen galo, también había allí lo que me
interesaba.
Busqué una mesa junto a un amplio ventanal desde donde podía
observar la calle. Mientras bebía un café irlandés y lo acompañaba con una
torta que me sirvieron como “típica londinense”, recorrí con la vista las mesas
más cercanas. Había gente de todos los colores, de todos los orígenes, de todas
las edades y de todas las posibles ocupaciones. O eso me pareció.
Hasta pude fijar mi atención en un hombre algo corpulento,
bastante calvo pero con larga barba, bebiendo cerveza seguramente a temperatura
ambiente. Le noté un parecido con la imagen que yo tenía de Charles Darwin.
Pero sabía que Carlos estaba a unas cuantas cuadras de allí, debajo de la
blanca losa que tenía su nombre y disfrutando del eterno descanso.
El sabor de la torta me hizo recordar a la ricotta. Cuando la
muchacha que atendía las mesas pasó cerca de mí le pregunté si sabía quién
podía informarme acerca de lugares de Londres. Me señaló al propio Darwin, es
decir al hombre que se parecía un poco a él.
-
Buenas tardes. – le dije utilizando el
“evening” porque ya eran más de las cinco. - ¿Me
permite que le haga un par de preguntas sobre un lugar que estoy buscando?
-
Buenas tardes – respondió amablemente. – Tome
asiento aquí, a mi lado pero traiga antes lo que aún le queda de la torta. - Eso hice,
no sin antes agradecerle con un gesto su atención para conmigo. - ¿De
qué se trata? – me preguntó con toda la calma del mundo.
-
Busco un lugar llamado Queen’s –
puntualicé para iniciar mi consulta.
-
Es un nombre bastante generalizado por aquí. Casi todo
es del Rey o de la Reina
en esta ciudad y en sus alrededores. – me aclaró. - ¿Y
qué es lo que pretende encontrar allí?
-
No lo sé, todavía. Supongo que algo que tenga relación
con Darwin y su vida. – le dije, sintiéndome bastante tonto.
-
¿Darwin? ¿Charles Darwin? – se
sorprendió. Luego comenzó a reír abiertamente y me aclaró el motivo de su
reacción. - ¿Sabe que a mí muchos amigos me
llaman Darwin? Dicen que tengo un notable parecido con él.
-
Es verdad. Yo también lo noté. – le
confesé. – Y nunca supuse que terminaría yo aquí
sentado compartiendo su mesa.
-
Pero, mi amigo, lamento desilusionarlo. No soy Charles
Darwin ni ninguno de sus descendientes. - dijo sonriendo. – Aunque
conozco bastante bien su vida y su teoría. Soy profesor de Ciencias Naturales
en un colegio en Oxford. Casualmente ese colegio se llama Queen´s.
***
Londres me sorprendió mucho y por muy diversos motivos. Uno de ellos, y no menor, fue encontrar alguien que parecía una copia viva de Darwin merendando en un café con aromas franceses aunque ubicado en el corazón de la capital inglesa. Y que resultó ser profesor en un colegio llamado "Queen's".
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Prof. Daniel Aníbal Galatro