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Héctor Negri propone puntos de vista a Ángel Plastino
El primer hombre
Por HÉCTOR NEGRI (*)
Escribo estas palabras impresionado por la lectura del trabajo del Dr. Angel Plastino publicado en EL DIA el 23 de julio de 2008 con el título "El tercer chimpancé".
Digo, antes que nada, que siento por el Dr. Plastino un respeto muy profundo. Sus conocimientos e investigaciones, su prestigio internacional, su trayectoria académica y sus condiciones docentes, hacen de él una de las personalidades más relevantes de la cultura de nuestro país.
Acaso por eso mismo quisiera proponerle algunos puntos de vista distintos.
No me cabe duda que el trato bueno a los animales que él postula (no matarlos innecesariamente, no torturarlos, dejar que vivan en sus espacios naturales), es algo con lo que difícilmente pudiera disentirse.
La creación entera... gime y sufre dolores de parto, decía sabiamente San Pablo al advertir cómo los desarreglos en la libertad del hombre llevaban a un desarreglo en todas las cosas.
Esto, habría que entenderlo referido no sólo a cuando el hombre lastima a ciertos animales, sino también cuando degrada a las cosas inanimadas, polucionando ríos, incendiando bosques, contaminando la atmósfera.
En todos esos casos, su soberbia contradice esa responsabilidad profunda que el Génesis recuerda cuando Dios lo proclama dueño y guardián de la naturaleza.La situación actual en ese sentido linda con lo desesperante. Acaso estemos al borde de una catástrofe ecológica.Todos los días desaparecen especies animales y vegetales, cambia el clima. Lugares fértiles se vuelven desiertos. Falta el agua potable mientras la altura de los mares sube a niveles inesperados.Acaso como nunca resulta necesario un reencuentro: una reconciliación del hombre con la naturaleza.
Vuelvo a San Pablo: allí donde abundó el pecado, sobreabundó la gracia. El hombre puede lograr, con la ayuda de Dios, el camino de esa recuperación indispensable. Será como reabrir las compuertas de la esperanza.Pero para alcanzar ese objetivo, no me parece adecuado desmerecer al hombre ni extrañarlo de su sustancial realidad.
Ninguno desconoce los ligámenes profundos que entrelazan todo lo creado.Pero el hombre no es un chimpancé. Más allá de las clasificaciones de Linneo, es un hombre, con todo el inmenso misterio que esa palabra allega.
Su conciencia, sus dudas, su libertad, sus esperanzas. Sus poesías, sus cantos, su arte. Su pedagogía. Sus ciudades. Su culto a los muertos. Su trabajo para hacer nacer de la tierra sus frutos. Su diálogo y su no diálogo con el otro. Su búsqueda de la paz y la justicia. Su amor. Su encuentro y desencuentro con Dios.Todo eso le es enteramente suyo.Un poco menos que los ángeles lo haz hecho.Lo coronaste de gloria y esplendor, canta el Salmista.
No se me ocurren palabras mejores para superar esta definición.
Hace algunos años, cuando el auge del positivismo negaba todo valor a un conocimiento que no estuviese comprendido en las categorías de la ciencia, las interpretaciones biológicas de la existencia humana eran habituales.
Contradecían cualquier interpretación que se apartara de ellas.
A veces, filósofos o pensadores políticos, trataban de desarrollar tesis de contenido humanista: era desesperante ver cómo quedaban prisioneros de los límites que el propio modelo cientificista les imponía.Unicidad y misterio les estaban radicalmente excluidos.
¿Se podría sin ellos hablar del hombre?
Eran épocas en las que razón y fe parecían contradecirse al punto de presentarse como enemigas.
Creo que, afortunadamente, esa época ha concluido. Hoy ya sería imposible no aceptar la necesaria integración y armonía entre una y otra.Y en esas condiciones y más allá del sentimiento que susciten ciertas manifestaciones animales que se acercan fragmentariamente a lo humano, el hombre, en su realidad personal, sigue siendo único e irrepetible: no canjeable, no fungible, no asimilable a categorías distintas a lo humano.
En esta época tan difícil (guerras, hambre, terrorismos) en la que el suicidio de la deshumanización se presenta como una tentación permanente, más que la mirada en el chimpancé, la mirada de amor debiera estar puesta en el otro.
En el otro cotidiano.Y en el Otro absoluto, sin el cual el hombre, hecho a su imagen y semejanza, se desvanecería.
(*) Profesor Emérito de la Universidad Católica de La Plata y Juez de la Suprema Corte bonaerense
Carta publicada por el diario El Día de La Plata, Argentina
Día Fuera de Tiempo
Día Fuera del Tiempo
En todo el planeta, el Día Fuera del Tiempo, es un día reservado para el festival y la comunidad...
Los focos centrales son: Paz Planetaria a través de la Cultura; detener el negocio, como siempre; atender a la verdad de que 'El Tiempo es Arte'; perdón; ponerse a tono; liberación de deudas; purificación; el Arte de la Paz...
El Día Fuera del Tiempo, celebrado anualmente desde 1992, siempre cae 25 de Julio. En la Cuenta de 13 Lunas, este día no pertenece a ninguna Luna (mes), ni ninguna semana (o Héptada). Está entre medio del cierre del año previo (24 de Julio), y el amanecer del nuevo año (26 de Julio). La bandera oficial para el Día Fuera del Tiempo es la Bandera de la Paz.
Esta bandera es izada en 71 ciudades brasileras, donde es reconocido como un día festivo municipal oficial. En Japón, más de 100 Festivales para el Día Fuera del Tiempo, desplegaron este símbolo para unificar nuestras intenciones de 'Paz Planetaria a Través de la Cultura'. Este día es una oportunidad para experimentar la libertad de estar vivos, realmente sin tiempo y amorosa bondad. Ya sea en reuniones públicas o círculos privados, este día es una plataforma de despegue catalizadora para el año que viene, un gran aprovechamiento de la Presencia Telepática, y una manera perfecta de invitar nuevos participantes a la Armonía de las 13 Lunas. La Celebración comienza en el Corazón!
enviado por Tati
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