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Es una pena que no estuviera usted aquí por 1882. – me
lamenté sinceramente.
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¿Qué ocurrió en ese año que a usted le pueda interesar
tanto? – preguntó.
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Juan José Dardo de Rocha fundó la ciudad de La Plata , capital de la Provincia de Buenos
Aires, República Argentina. – respondí solemnemente.
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¡Así que es usted argentino! ¿Y qué puedo saber yo
sobre esa fundación?¿Debería saber algo? – dijo poniéndose en actitud
defensiva.
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Por supuesto que no. No lo dije seriamente. –
repliqué. – Pero también en 1882 murió
Charles Darwin.
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Hay muchos lugares más adecuados para buscar
información acerca de él. Es más, aquí no hay material al respecto excepción
hecha del que necesitan los alumnos para sus estudios. Y no está en este museo
sino en la biblioteca del colegio. – me explicó. – Excepto…
que… - me dijo al tiempo que me miraba con ojos de complicidad,
difíciles de apreciar detrás de sus gruesos anteojos.
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¿Excepto… qué? – la interrogué con un dejo
de ansiedad.
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Déjeme deducir. – me propuso. – No
es muy difícil comprender qué lo trajo a usted aquí. – Hizo una
pausa prolongada mientras paseaba su vista entre mi rostro y la maqueta del
puente. – Usted está de pie junto a la reproducción
original del Puente Matemático. Usted menciona a Darwin – Otra
pausa de meditación hasta que nuevamente una amplia sonrisa llenó su cara
pequeña. – Usted busca el mensaje.
La sorpresa cayó sobre mí como si los propios maderos del puente
se me hubiesen venido encima. Traté de recomponerme y de ir recuperando la
calma, aunque en ese momento solamente la podía aparentar porque mi corazón se
había puesto a latir apresuradamente.
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¿Qué mensaje? – dije fingiendo no saber de
qué me estaba hablando.
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No se haga el tonto. Ya noté el efecto que le causó mi
conclusión. – me expresó, ahora con verdadera seriedad. – El
mensaje final de Darwin. Algunos creen que fue traído a este colegio justamente
en el año que usted menciona. ¿Y para qué lo busca?
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Solamente para verlo, si existe, y quizá copiar su
texto. – me sinceré. – No puedo explicarle más sobre
esto pero le aseguro que ese mensaje es muy importante para mí. Por supuesto,
si existe.
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Dediqué muchos años a ese tema. – me
confesó. – Cuando entré a trabajar en el
colegio alguien insistía en que ese hecho había ocurrido y que debíamos
encontrar la nota ocultada por el antiguo profesor amigo del científico. Era
una jovencita entonces y el asunto me interesó tanto que también comencé a
buscarlo allá por los años sesenta. Pero dejé de hacerlo en 1976. – dijo
bajando la voz.
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¿Por qué hizo eso? ¿Por qué abandonó? – pregunté
con todo interés.
***
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Prof. Daniel Aníbal Galatro