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London. Queen’s. Bridge. – leí.
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¿Qué? – Olga me miraba extrañada. - ¿Qué
dice?
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Londres. De la Reina. Puente – traduje.
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¿Y eso qué significa? –
preguntó.
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No sé. Habrá que buscar una relación entre las tres
palabras. – propuse. – Al menos no me dicen que me deje
de seguir metiendo en lo que no me importa. Ahora estamos todos juntos.
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Todos… ¿quiénes? – Su cerebro funcionaba a
toda velocidad. – Vos, los zetareticulianos, ¿y
quién más?
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También vos, León, Federico... hasta Darwin.
Sabiéndolo o no, todos estamos en la misma bolsa. – saqué
como primera conclusión. - ¿Te asusta?
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No mucho. Desde que vivimos juntos sé que pueden
pasarme las cosas más locas. – Ahora sonreía. – Además,
ya estamos viejitos. – Siempre insistía con eso. – No
tenemos mucho para perder.
Omití responderle. Estaba muy ocupado con las tres palabras de
la nota. ¿Cómo podría relacionarlas?
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¿Y? – me preguntó.
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No encuentro demasiada relación… o sí. Londres es la
ciudad donde está sepultado Darwin. Queen’s no sé qué es pero debe tener que
ver con Inglaterra, obviamente. Y en Londres hay puentes por todas partes, especialmente
cruzando el Támesis. – deduje sin mucha convicción.
-
Dejame a mí. – propuso. – Busco
en Internet sobre los tres asuntos, guardo lo que encuentre y después vos sacás
las conclusiones tranquilamente.
¿Tranquilamente? ¿Cómo iba a estar calmado con estas novedades?
Porque no es verdad que mi madre se olvidó de ponerme nervios. Siempre trato de
controlarlos lo mejor posible pero esta vez me estaba costando más que de
costumbre, bastante más.
Olga estuvo varias horas sentada frente a la computadora
mientras yo aprovechaba para dormir un poco. Me sentía muy cansado. Durante los
momentos previos a conciliar el sueño traté de no pensar en nada de lo mucho
sucedido, evitando así soñarlo luego.
Al despertar volví a la oficina. Mi esposa parecía satisfecha
con lo que había encontrado.
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Aquí te dejé guardados todos los archivos que
seleccioné. – me dijo. – Encontré demasiados pero elegí
los que me parecieron importantes, aunque mucho no los entendí porque casi
todos estaban en inglés.
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Andá a dormir un rato – le
recomendé. - Ya los reviso.
Trataba de poner mi mente en calma, alcanzar el estado de
relajación adecuado para poder establecer buenas relaciones lógicas entre esas
tres palabras. “London. Queen’s. Bridge.”
Los zetarreticulianos me comenzaban a mostrar un camino para mi investigación. Sin duda, las respuestas estaban en Londres, la patria de Darwin.
Eso era lo mismo que decirme que yo no era el más indicado para continuar, porque Londres estaba en la vieja Europa, tan lejos de mis posibilidades como si debiera ir a la estrella de origen de los que dejaron el mensaje.
Aunque, como verás en la novela, la ficción hizo realidad lo que para la realidad parecía imposible.
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Gracias por tu interés.
Prof. Daniel Aníbal Galatro
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