-
Quizá Darwin muerto resultaba menos peligroso que
Darwin vivo. - aventuré. – Había llegado a ser alguien
importante en la sociedad inglesa.
-
Tanto que podía disculpársele la exageración de
confundir la adaptación evolutiva con un proceso de modificación natural
progresiva de las especies. – expresó demostrando sus seguramente
importantes conocimientos como Profesor de Ciencias Naturales. – Es
decir, durante su vida y después de ella fue Darwin causante de muchas
conmociones aunque los ingleses victorianos eran muy flexibles en asuntos
religiosos. Pero volvamos a Darwin y el profesor del Queen´s College.
- Dijo usted que habían sido amigos o algo así hasta que un día la relación entre ellos se quebró. – le recordé.
-
Ese es un dato posible de verificar, pero hay otro que
no. Alguien rumoreó entonces, y el comentario sigue dando vueltas en el Queen´s
de Oxford, que pocos días antes de morir, Darwin mandó llamar a su ex amigo
para que se llegara hasta el que sería su lecho mortuorio. – dijo
colocando su voz y hasta su rostro en el mejor estilo de León o de Adolfo,
aunque en versión inglesa.
– Parece que tenía algo muy importante que comunicarle.
– Parece que tenía algo muy importante que comunicarle.
-
¿De qué se trataba? – pregunté con verdadera
curiosidad.
-
No tome como verdadero nada de lo que sigue en mi
relato. Ya le dije que son todos simples rumores sobre hechos que no solamente
carecen de algún documento que los pruebe sino de los que hace muchísimos años,
digamos ciento cincuenta, ha muerto todo posible testigo. – me
previno.
-
Continúe, por favor – le rogué. – Lo
tomaré así, como simples rumores, como información sin fundamento.
-
Gracias. Me tranquiliza. –
prosiguió. – Cuando su ex amigo llegó al borde
del lecho, Darwin le relató que unas semanas antes, cerca de Navidad, había viajado
a Londres a visitar a una de sus hijas. Y que en esa oportunidad perdió el
conocimiento en plena calle.
-
Pero ese dato podemos considerarlo histórico. Lo mencionan
algunos de sus biógrafos. – aclaré.
-
Ese puntualmente sí, lo acepto. Pero no lo que relató
que le ocurriera en el instante que siguió a su desvanecimiento.-
respondió. Luego me miró unos instantes atentamente, apenas durante un par de
segundos pues el tránsito en esa ruta era bastante denso, y me formuló una
pregunta inesperada: - ¿Usted cree en la existencia de
extraterrestres?
Me sorprendió. No esperaba esa pregunta de alguien que daba la
impresión de ser tan formal, académico y tradicional. Decidí ser sincero,
absolutamente sincero con él. Lo merecía por haberse atrevido a mostrar esa
faceta de su personalidad que probablemente ocultaba ante la enorme mayoría de
las personas que lo conocían o lo creían conocer.
-
Absolutamente sí. Con fundamentos teóricos y prácticos
no alejados del rigor científico. – dije con claridad. - ¿Por
qué me hace esa pregunta?
-
¿Podría usted creer que un instante después de
desvanecerse, Darwin fue secuestrado por seres de otro planeta que lo
retornaron a ese mismo lugar de Londres al instante siguiente? – me fue
diciendo sin alzar la voz, muy pausadamente, como para asegurarse de que yo
estaba comprendiendo exactamente lo que él iba detallando.
***
¿Usted cree en la existencia de extraterrestres? ¿Y le resulta posible considerar que los avances que atribuimos a los científicos son, en realidad, pequeñas licencias que nos otorgan quienes nos controlan y supervisan para que demos pequeños pasos hacia verdades mucho más profundas?
¿Usted me cree si le digo que esta novela "Otro Génesis posible", de la que me atribuyo ser el creador, me fue en realidad dictada prolijamente por esos extraterrestres, más precisamente zetarreticulianos?
Si viene siguiendo estos avances que publico, algo así como un "trailer", estimo que ya se hace imperativo que conozca toda la historia. ¿Cómo lograrlo? Es muy sencillo. Y le diré cómo si me envía un email a mi correo personal o utiliza el formulario de contacto que figura en este mismo blog.
Lo estaré aguardando.
Prof. Daniel Aníbal Galatro
No hay comentarios:
Publicar un comentario