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El profesor David Hughes, astrónomo de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido, publicó su primera reseña de las teorías sobre la famosa estrella en la década de 1970.
Después de años estudiando las explicaciones astronómicas y revisando las historias bíblicas asociadas, ahora es un experto y ha dado con algunos paralelismos históricos fascinantes.
Los tres reyes eran eruditos religiosos conocidos como magos: reverenciados astrónomos y astrólogos babilonios. Estudiaban los planetas y estrellas, interpretando el significado detrás de los sucesos cósmicos.
Se cree que los tres reyes magos eran sabios persas capaces de leer las estrellas
Cualquier cosa poco común era considerada un presagio, así que la estrella debe haber sido tanto rara como visualmente espectacular. Y según Hughes, habría tenido un mensaje muy claro para los magos.
Esto ha llevado a Hughes a concluir que probablemente la estrella de Belén no era una estrella, sino un conjunto de fenómenos.
"Si lees cuidadosamente la Biblia", dice, "los magos vieron algo cuando estaban en su propio país (probablemente Babilonia) y viajaron a Jerusalén, donde conversaron con el rey Herodes".
Según la historia, le hablaron a Herodes de la señal que habían visto y, afirma Hughes, "cuando dejaron Jerusalén hacia Belén, volvieron a ver algo".
"Si lees cuidadosamente la Biblia", dice, "los magos vieron algo cuando estaban en su propio país (probablemente Babilonia) y viajaron a Jerusalén, donde conversaron con el rey Herodes".
Según la historia, le hablaron a Herodes de la señal que habían visto y, afirma Hughes, "cuando dejaron Jerusalén hacia Belén, volvieron a ver algo".
La mejor explicación del astrónomo británico es algo conocido como una triple conjunción entre Júpiter y Saturno: ambos planetas acercándose en el cielo tres veces durante un corto periodo.
"(Esto ocurre cuando) hay una alineación entre el Sol, la Tierra, Júpiter y Saturno", afirma Hughes.
La tradición de eventos celestiales reflejados en eventos terrenales se originó en Mesopotamia hace más de 3.000 años.
Los astrónomos y astrólogos reportaban presagios al rey; cualquier cosa fuera de lo común: tal vez la luna pasando frente a un planeta o un eclipse lunar. Su trabajo era interpretar el significado de estos fenómenos.
También había una élite de adivinos de Babilonia que creaban cartas de natividad. Registraban las posiciones de los planetas, el Sol, la Luna y otros datos astronómicos al momento del nacimiento de un bebé, para poder hacer predicciones sobre su vida.
Hace unos 2.000 años, los griegos convirtieron esto en la clase de horóscopo que reconocemos hoy en día, trazando los signos del zodiaco bajo los cuales salen el Sol y la Luna, así como los planetas que salieron en el este en cualquier época.
Algunos creen que los sabios de Oriente o "magos" de la natividad eran astrólogos de Mesopotamia y que la estrella que salió en el este era el horóscopo que predecía el nacimiento de un rey.
De ser así, estaban leyendo una carta astral en reversa; tenían la predicción y trataban de encontrar al niño que había nacido en ese preciso momento.
Tim O'Brien, director asociado del Observatorio Jodrell Bank en Cheshire, Inglaterra, sugiere que debe haber sido una visión llamativa. "Es notable cuánto puede atraer tu atención que se junten dos objetos muy brillantes en el firmamento".
Y una vez que los planetas alinearon sus órbitas, la Tierra "se adelantaría" a los otros, es decir, Júpiter y Saturno aparecerían cambiando de dirección en el cielo nocturno.
"En esa época, la gente daba gran importancia al movimiento de los planetas", explica O'Brien.
Más significativo aún, se cree que ocurrió en la constelación Piscis, que representa uno de los signos zodiacales.
"Una triple conjunción como ésta sólo se da cada 900 años", indica, así que para los astrónomos de Babilonia hace 2.000 años debe haber sido una señal de algo muy importante.
"(Esto ocurre cuando) hay una alineación entre el Sol, la Tierra, Júpiter y Saturno", afirma Hughes.
La tradición de eventos celestiales reflejados en eventos terrenales se originó en Mesopotamia hace más de 3.000 años.
Los astrónomos y astrólogos reportaban presagios al rey; cualquier cosa fuera de lo común: tal vez la luna pasando frente a un planeta o un eclipse lunar. Su trabajo era interpretar el significado de estos fenómenos.
También había una élite de adivinos de Babilonia que creaban cartas de natividad. Registraban las posiciones de los planetas, el Sol, la Luna y otros datos astronómicos al momento del nacimiento de un bebé, para poder hacer predicciones sobre su vida.
Hace unos 2.000 años, los griegos convirtieron esto en la clase de horóscopo que reconocemos hoy en día, trazando los signos del zodiaco bajo los cuales salen el Sol y la Luna, así como los planetas que salieron en el este en cualquier época.
Algunos creen que los sabios de Oriente o "magos" de la natividad eran astrólogos de Mesopotamia y que la estrella que salió en el este era el horóscopo que predecía el nacimiento de un rey.
De ser así, estaban leyendo una carta astral en reversa; tenían la predicción y trataban de encontrar al niño que había nacido en ese preciso momento.
Tim O'Brien, director asociado del Observatorio Jodrell Bank en Cheshire, Inglaterra, sugiere que debe haber sido una visión llamativa. "Es notable cuánto puede atraer tu atención que se junten dos objetos muy brillantes en el firmamento".
Y una vez que los planetas alinearon sus órbitas, la Tierra "se adelantaría" a los otros, es decir, Júpiter y Saturno aparecerían cambiando de dirección en el cielo nocturno.
"En esa época, la gente daba gran importancia al movimiento de los planetas", explica O'Brien.
Más significativo aún, se cree que ocurrió en la constelación Piscis, que representa uno de los signos zodiacales.
"Una triple conjunción como ésta sólo se da cada 900 años", indica, así que para los astrónomos de Babilonia hace 2.000 años debe haber sido una señal de algo muy importante.
La segunda explicación favorita es un cometa muy brillante.
Aunque ciertamente tiene una apariencia espectacular y etérea, los cometas son esencialmente "grandes bolas de nieve sucias" que vuelan por el espacio.
"Cuando se acercan al Sol, se derrite su hielo; el viento solar sopla este material hacia el espacio, por lo que se ve la cola salir del cometa" explica O'Brien.
Esta cola, que apunta lejos del Sol, es una de las cosas que hizo popular la idea del cometa, agrega Hughes.
"Unas cuantas personas han dicho que los cometas parecen 'sobrepasar' a la Tierra, debido a su núcleo y cola que a veces parece una flecha", comenta.
El registro más oportuno fue de un brillante cometa que apareció en la constelación de Capricornio el año 5 antes de Cristo, del cual dejaron constancia astrónomos chinos.
Los cometas pueden aparecer como "parados sobre" el horizonte.
Quienes favorecen esta teoría puntualizan que se habría visto hacia el sur de Jerusalén, con la cabeza cerca al horizonte y la cola hacia arriba.
Un candidato menos probable pero más famoso fue el cometa Halley, visible el año 12 a.C.
"A mucha gente le gustó la idea del cometa, por eso figura en tantas tarjetas de Navidad", señala Hughes.
"El problema es que no son tan raros. También se les solía asociar con condenación, muerte, enfermedades y desastres", sugiere. "Si contenía un mensaje, habría sido un mal presagio".
Otra teoría es que la estrella era luz del nacimiento de una nueva estrella o nova.
Hay registros -también de astrónomos del Lejano Oriente- de una nueva estrella en la pequeña constelación norteña de Aquila, en 4 a.C.
Hughes dice: "Quienes prefieren esta teoría afirman que esta nueva estrella estaba directamente sobre Jerusalén".
El doctor Robert Cockcroft, administrador del Planetario McCallion en la Universidad de McMaster, en Ontario, señala que una nova es "una buena candidata" para la estrella de Belén.
"Puede 'parecer' una nueva estrella en una constelación y desvanecerse en los meses siguientes", explica.
Una nueva estrella o nova podría haber dado a los reyes magos algo que seguir.
"Tampoco es demasiado brillante, lo cual explica por qué no tenemos registros de ella en Occidente". Cockcroft sugiere que esto también podría haber dado a los tres reyes magos algo que seguir.
Mientras que se hubiera necesitado de otros "presagios" para causar el viaje de los magos al oeste, a Jerusalén, dice, les habría tomado meses llegar y "para entonces Aquila (y la nueva estrella) podría haber salido en el cielo para aparecer en el sur.
"Belén queda al sur de Jerusalén, de modo que los magos podían 'seguir' a la estrella hasta Belén".
Aunque ciertamente tiene una apariencia espectacular y etérea, los cometas son esencialmente "grandes bolas de nieve sucias" que vuelan por el espacio.
"Cuando se acercan al Sol, se derrite su hielo; el viento solar sopla este material hacia el espacio, por lo que se ve la cola salir del cometa" explica O'Brien.
Esta cola, que apunta lejos del Sol, es una de las cosas que hizo popular la idea del cometa, agrega Hughes.
"Unas cuantas personas han dicho que los cometas parecen 'sobrepasar' a la Tierra, debido a su núcleo y cola que a veces parece una flecha", comenta.
El registro más oportuno fue de un brillante cometa que apareció en la constelación de Capricornio el año 5 antes de Cristo, del cual dejaron constancia astrónomos chinos.
Los cometas pueden aparecer como "parados sobre" el horizonte.
Quienes favorecen esta teoría puntualizan que se habría visto hacia el sur de Jerusalén, con la cabeza cerca al horizonte y la cola hacia arriba.
Un candidato menos probable pero más famoso fue el cometa Halley, visible el año 12 a.C.
"A mucha gente le gustó la idea del cometa, por eso figura en tantas tarjetas de Navidad", señala Hughes.
"El problema es que no son tan raros. También se les solía asociar con condenación, muerte, enfermedades y desastres", sugiere. "Si contenía un mensaje, habría sido un mal presagio".
Otra teoría es que la estrella era luz del nacimiento de una nueva estrella o nova.
Hay registros -también de astrónomos del Lejano Oriente- de una nueva estrella en la pequeña constelación norteña de Aquila, en 4 a.C.
Hughes dice: "Quienes prefieren esta teoría afirman que esta nueva estrella estaba directamente sobre Jerusalén".
El doctor Robert Cockcroft, administrador del Planetario McCallion en la Universidad de McMaster, en Ontario, señala que una nova es "una buena candidata" para la estrella de Belén.
"Puede 'parecer' una nueva estrella en una constelación y desvanecerse en los meses siguientes", explica.
Una nueva estrella o nova podría haber dado a los reyes magos algo que seguir.
"Tampoco es demasiado brillante, lo cual explica por qué no tenemos registros de ella en Occidente". Cockcroft sugiere que esto también podría haber dado a los tres reyes magos algo que seguir.
Mientras que se hubiera necesitado de otros "presagios" para causar el viaje de los magos al oeste, a Jerusalén, dice, les habría tomado meses llegar y "para entonces Aquila (y la nueva estrella) podría haber salido en el cielo para aparecer en el sur.
"Belén queda al sur de Jerusalén, de modo que los magos podían 'seguir' a la estrella hasta Belén".
Se han propuesto otras teorías más improbables pero divertidas a lo largo de los años, añade Hughes.
Una que describe como particularmente descabellada fue sugerida en 1979, en un documento académico del astrónomo George Banos: la estrella de Navidad era el planeta Urano.
Banos daba a entender que los magos descubrieron el planeta 1.800 años antes que el astrónomo William Herschel registrara formalmente el hallazgo, en 1781.
"Su idea era que descubrieron Urano, que era la estrella de Belén y entonces trataron de encubrir su descubrimiento" explica Hughes.
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**Visita: http://danielanibalgalatroescritor.blogspot.com
Una que describe como particularmente descabellada fue sugerida en 1979, en un documento académico del astrónomo George Banos: la estrella de Navidad era el planeta Urano.
Banos daba a entender que los magos descubrieron el planeta 1.800 años antes que el astrónomo William Herschel registrara formalmente el hallazgo, en 1781.
"Su idea era que descubrieron Urano, que era la estrella de Belén y entonces trataron de encubrir su descubrimiento" explica Hughes.
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