La verdad del evangelio se refiere a la realidad, los hechos reales, y no la doctrina del evangelio. “La palabra”, no la verdad, puede ser considerada como la doctrina del evangelio. Pero en nuestra predicación del evangelio no sólo debe estar presente la palabra del evangelio, sino también la verdad del evangelio, que es Cristo mismo. Cristo, la realidad del evangelio, debe ser la realidad de nuestra predicación.
Sin embargo, en la predicación del evangelio, muchas veces sólo se trasmite la palabra, quizás la palabra persuasiva o elocuente, pero sin realidad. Esto quiere decir que Cristo no es ministrado como realidad a los oyentes. Pero nuestra predicación del evangelio debe ser diferente. Aunque no seamos muy elocuentes, los que escuchan deben percibir que la realidad de Cristo se está infundiendo en ellos. Al escuchar tal predicación, los oyentes serán empapados de Cristo como su realidad.
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