La mujer de Lot fue rescatada de Sodoma, pero aún estaba interesada en aquella ciudad maligna. Cuando los ángeles sacaron a Lot y a su mujer, dijeron: “Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que parezcas” (Gn. 19:17). Se les mandó a Lot y a su mujer que siguiesen hacia adelante y no mirasen atrás. Sodoma estaba bajo la condenación de Dios y a punto de perecer, y debían olvidarse de ella. Sin embargo, la mujer de Lot, incapaz de olvidarse de Sodoma, miró atrás con apego, e inmediatamente se convirtió en una estatua de sal: “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal” (Gn. 19:26). ¡Qué lamentable!
Si amamos al Señor y se nos advierte en cuanto a la mujer de Lot, no nos importarán las cosas materiales. En vez de conservar nuestra alma al amar las cosas materiales, seremos llenos de Cristo como el aire celestial. Entonces seremos llevados en el arrebatamiento.
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