Dios no borra lo que hiciste o dejaste de hacer este año; nosotros mismos podemos ser los protagonistas de un verdadero cambio en el 2010.
Si fuimos deshonestos tenemos que abandonar esa actitud; si hemos sido negligentes empecemos a ser eficientes en el reino de Dios; si hemos contribuido a la división del Cuerpo, basta arrepentirnos, pedir perdón a Dios, a nosotros mismos y la Iglesia y comenzar a enderezar nuestros caminos.
Las profecías no se cumplen deseando buenas cosas, es necesario respaldarlas con integridad y abandonar nuestras prácticas inmorales. Lo mejor que puede hacer un Ministro en vez de "profetizar", es dirigirse a los hijos de Dios que él en su misericordia los puso bajosu cuidado, y decirles que este año que se vislumbra dejará todo lo impuro y que empezará a predicar el Evangelio y orar; a discipular en una comunión extensiva de la que él tenga con Jesucristo. A predicar un evangelio no solamente de "gracia", sino también en verdad, en santidad, en justicia y unidad. Que ya no llamará rateros a los hijos de Dios.
-- Sin Santidad, la Iglesia no tiene razón de ser en el Mundo.
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