Como lo señala el texto, Dios nunca trabajó los fines de semana. Nuca tuvo que arreglar las canillas, pintar la casa ni lavar el auto.
Tampoco tenía su lista de compras, no iba al súper ni a las tiendas, no arreglaba el armario ni llevaba la ropa a la lavandería.
No tenía una pila de diarios, libros y revistas para el fin de semana.
No escribía cartas a los amigos, no revisaba las facturas ni tenía presupuesto familiar. Tenía un jardín (El Edén) pero estaba todo arreglado y limpio.
No necesitaba podar los árboles del Bien ni del Mal porque la serpiente no tendría donde enroscarse.
Dios no necesitaba hacer visitas, ni era invitado para las ceremonias o reuniones extraordinarias.
No hacía cursos los fines de semana ni preparaba exámenes.
Ni viajaba, no hacía compras ni tomaba el ómnibus.
Dios sí que podía descansar.
Fernando Verissimo
Brasil
Es fácil advertir en este razonamiento de Veríssimo que el pueblo deberá seguir trabajando, con pocas esperanzas de que algún día pueda jubilarse con un salario digno, que le permita descansar como Dios manda.
© Julio Dornel para Informe Uruguay
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