Concierto sinfónico coral, es un decir.
En realidad es una obra pop, mezclada con pasajes instrumentales y otros cantados, que intenta hacer una relectura del Génesis bíblico, con la participación de más de cien artistas, incluidos cantantes conocidos en el ámbito popular como, Luis Galich, Nelson Leal, Rocío Recinos, Sophia Alvarado, Edmundo Brol y Tavo Bárcenas.
Con todo ese conjunto, se presentó esta obra el viernes 10, en la Gran Sala del Teatro Nacional.
Bajo la dirección del maestro ecuatoriano Claudio Jácome, y con el apoyo del pianista y director musical Roberto Estrada, se trasladaron 19 fragmentos musicales basados en la Biblia, sin plantear nada nuevo y con cierta frivolidad.
El trabajo musical tuvo tramos de espectacularidad orquestal. Como en Aguatierra, donde la frase ¡“haya un firmamento en medio de las aguas...! Y llamó a lo seco, tierra y a la reunión de las aguas, mares”, sirve para lucir una expresiva orquesta; Hazle, donde toda la masa coral (los ángeles), muy a la manera del grupo Era, y Bárcenas (Lucifer) con una voz poderosa y directa debaten ante Dios; y Maldición y destierro, donde la orquesta plena arrulla la cálida voz de Recinos.
En cuanto a los solistas. Galich (Dios), participó en No intervengáis, en realidad una balada, y luego en No basta, basada en un texto donde Dios conmina a Adán a cuidar lo que le va a dar. En ambas se mostró la vigorosa garganta del cantante, aunque proclive a adoptar una postura operática y a exagerar con su vibrato. Por último, Leal, que hizo el papel de Adán, interpretó Solo (por cierto con un fin abrupto), La pareja (a dueto con Recinos) y La esperanza. En todas, su voz siempre solvente pero con una interpretación cándida de letras poco inspiradas. De hecho, La pareja, es una canción que evoca aquellas que hace decenios cantaban Diego Verdaguer y Amanda Miguel, o Álvaro Torres y Marisela.
Para mayor desánimo de la obra hubo fuertes carencias escénicas y visuales, sea por el cuerpo de bailarines por sus despropósitas intervenciones, por un diseño de luces muy del tipo Las Vegas, y por unos narradores militares y monocordes.
Así, está Génesis terminó sin pena ni gloria, con un 20 por ciento del teatro ocupado, y sin dar muestras de poseer los ases suficientes para ganar la atención de esas grandes masas de fieles que llenan las iglesias los domingos.
Una génesis sin impacto
elPeriódico (Guatemala) - Guatemala
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